Opinión
Una Alemania más europeísta
El acuerdo del nuevo Gobierno tripartito de Alemania tiene un carácter abiertamente comprometido con la UE que resulta prometedor
Bajo la presidencia del socialdemócrata Olaf Scholz, el Gobierno tripartito entre verdes, liberales y socialdemócratas da forma en Alemania a un experimento político definido por su afán modernizador.
El acuerdo es prometedor también por su carácter abiertamente comprometido con Europa. En él se hace un llamamiento a la federalización de la Unión Europea —algo que ha sonado bastante bien en Bruselas— y se adopta la definición francesa de “soberanía estratégica” en lugar de “autonomía estratégica”.
Con ello se amplía el ámbito de las capacidades propias de la Unión para aumentar la cooperación en campos industriales clave, como la tecnología digital y la sanidad, aunque, lamentablemente, no se menciona de forma expresa la cuestión de la defensa.
Berlín quiere aprovechar la Conferencia sobre el Futuro de Europa para impulsar una serie de reformas, como reforzar el papel del Parlamento Europeo en relación con el derecho de iniciativa, dar primacía al método comunitario, apoyar el voto europeo único con listas en parte transnacionales y el sistema obligatorio de spitzenkandidat (o elección de la presidencia de la Comisión entre los candidatos votados en las elecciones europeas).
También se habla de reforzar el compromiso con la defensa del Estado de derecho en un claro mensaje a Polonia y Hungría.
Aunque el Ministerio de Finanzas está en manos del liberal Christian Lindner, económicamente más ortodoxo que los socialdemócratas, la cultura económica alemana ha cambiado en los últimos años gracias en parte a la influencia de Scholz.
Europa reconoce a Angela Merkel su papel impulsor del fondo de recuperación y la centralización de la compra y distribución de la vacuna.
Pero ese plan de recuperación constituye una autoenmienda a la respuesta que la UE, liderada sobre todo por Berlín, dio a la crisis de 2008 imponiendo una visión ordoliberal que se demostró injusta, dolorosa y errónea.
El aprendizaje de eso ha sido la política económica de hoy impulsada en gran medida por Scholz como ministro de Finanzas de Merkel.
Pero también por una nueva generación de políticos y economistas formados en Bruselas y con cargos influyentes en Alemania que han cambiado el debate sobre temas europeos clave, como la deuda pública o la unión bancaria europea.
El Gobierno de coalición está impregnado de Bruselas tanto en personas como en contenidos, y la primera prueba de fuego para exhibir ese cambio será sin duda el respaldo o no al presupuesto permanente para la zona euro que ha propuesto el comisario de Economía, Paolo Gentiloni.
Por Editorial El País
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