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Opinión

Juntos por el Cambio y la economía


Disparen a la economía, un tiro por la culata para Juntos por el Cambio

La jugada de apuntarle a la herencia de Todos era buena, pero todo puede fallar, decía Tu Sam, y falló. Los casos más curiosos de síndrome confusional.

Por Marcelo Falak

La intención de Juntos por el Cambio (JxC) de comenzar a disparar contra la economía del panperonismo era una estrategia inteligente. Básicamente, eso le permitía disimular sus grietas internas, atacar el punto más vulnerable de la gestión del Frente de Todos y comenzar a esmerilar la imagen de Sergio Massa, el único presidenciable con proyección que emerge en el oficialismo. 

La operación, sin embargo, exigía cuidado e ingenio dado que los antecedentes del macrismo en el poder no son precisamente brillantes en esa materia, con un legado de recesión, destrucción de empleo, disparada de la inflación, megaendeudamiento, megafuga de divisas, megadevaluación, megapobreza y otros "megas". Al final, la ejecución fue un tiro por la culata.

La herencia de Mauricio Macri fue mala, como lo será la de Alberto Fernández, solo que sin los atenuantes de la pandemia y la guerra en Ucrania, que disparó la inflación en todo el mundo y aquí lo hizo desde un piso previo de más del 50%, dejado justamente por el ingeniero.

Con todo, si había algo para señalarle al peronismo era la inflación con la que cerró 2022, de casi el 100%, casi el doble que la recibida, con la limitante que el discurso ortodoxo de JxC podía poner a sus referentes a hablar de la insuficiencia del ajuste fiscal, algo evidentemente piantavotos. Ante eso, en lugar de afinar mucho la puntería para saber qué decir y qué callar, prefirieron poner el foco en la deuda.

¡Ay!¿Para qué te traje?

Con esa decisión, la alianza antiperonista desnudó su complejo de culpa: salió a alegar que quienes vinieron después fueron peores que ella misma en uno de sus rasgos más cuestionables, que supone una hipoteca transgeneracional para argentinos y argentinas.

Debido al portazo en la cara que el mercado internacional le pegó al propio Macri en 2018 por el carácter insostenible del endeudamiento de los dos años anteriores, el único tipo de crédito disponible para el deficitario Estado argentino es el contraído localmente y en pesos. 

El nivel de vencimientos de esta deuda preocupa incluso a Massa, pero sus efectos deberían ser menos peligrosos que la que se asume en dólares por varias razones: una, puede renovarse con mayor facilidad debido a que sus tenedores son locales; dos, si eso no es posible y lo único que queda es pagar, se puede apelar a ahorro o, si no lo hay, a emisión monetaria; tres, cualquier salto inflacionario o devaluatorio permite licuar su valor real, por nocivos que sean esos expedientes para el país y para la gente.

Ojo: tampoco hay que minimizar sus riesgos, ya que una bola de nieve de intereses demasiado grande podría enfrentar a los gobernantes a la disyuntiva de defaultear o pagar asumiendo el riesgo de desatar una hiperinflación.

Esto último fue lo que le ocurrió a Macri sobre el final de su gestión, cuando el argot económico local inventó otro neologismo, "reperfilamiento", algo que, en tanto fue unilateral, no resultó otra cosa que, justamente, un default.

Esa fue, de hecho, una de las decisiones más cuestionadas al macrismo crepuscular, porque implosionó la última fuente de financiamiento del país. Aun así y cuando la Auditoria General de la Nación (AGN) se aprestaba a difundir un “demoledor informe” sobre la deuda del macrismo, los cerebros de la campaña de Juntos por el Cambio decidieron ir por ahí.

Espinas sin rosas en Juntos por el Cambio

El problema es que la narrativa que el neomacrismo adoptó el motivo de “la bomba del endeudamiento”, lo pone al emisor en el rol de un pirómano que advierte sobre un incendio.

Para peor, el tono fue tan duro que trajo a la memoria del establishment de economistas y del mercado el "reperfilamiento" de la entonces alianza Cambiemos, lo que genera dudas sobre la conveniencia de seguir prestándole al Tesoro cuando quienes parecen los favoritos para ganar las elecciones de octubre-noviembre podrían volver a las nadadas y no pagar.

Eso le complica al Gobierno la tarea de por sí difícil de rollear vencimientos que ya eran abultados con Macri y que siguieron aumentando con el presidente que, en campaña, prometía –sin lógica económica– mejorar las jubilaciones con lo que ahorraría en intereses de Leliq.

Aquello justificó que el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, pusiera punto final al silencio que Massa le ordenó después de sus gaffes recientes y cruzara a los referentes económicos del neomacrismo por jugar a la profecía autorrealizada, algo que está al filo del reglamento e incluso más allá. Tras su queja inicial, Rubinstein insistió e inquirió formalmente a esos profesionales –con nombre, apellido y arroba– a explicar sus dichos.

Hernán Lacunza, el último ministro de Macri y acaso el primero de un eventual presidente Horacio Rodríguez Larreta, se dio por aludido –como no podía ser de otro modo– y bajó el tono, hablando ya no de "bomba" sino de "globo", uno que la oposición no quiere que estalle "ni ahora ni nunca”, aclaró.

Varios economistas, como Emmanuel Álvarez Agis y otros menos sospechables de tener genes peronistas, se metieron en la polémica, pero el mencionado fue el más claro. "La deuda en pesos, desde el punto de vista técnico, no representa ningún problema para la Argentina. Si la deuda no tiene ningún problema técnico y es absolutamente pagable, lo que uno puede deducir es que lo que está buscando Cambiemos es que el Gobierno tenga una crisis financiera, que la deuda se haga pomada y el dólar se vaya al demonio". "Cambiemos", dijo Álvarez Agis. El pasado es una sombra tenaz.

El vicepresidente del Banco Central en tiempos de Macri Lucas Llach les pidió a los colegas de su sector que no hagan la barrabasada de convertir a dólares una deuda que es en pesos –dos cosas muy diferentes por los motivos señalados al comienzo–, les pidió "responsabilidad" y hasta les soltó –el colmo de los colmos– que parecen kirchneristas.

El curioso caso de Martín Tetaz

El diputado radical –economista, cabe recordar– llevó a un nuevo lo que había empezado como un disparo en el pie. Acaso incomprendido, acaso víctima de un síndrome confusional agudo, pretendió correr el foco de la complicada crítica por la deuda al mercado de trabajo… justo un tema en el que Fernández, Martín Guzmán y Massa pueden jactarse de 23 meses consecutivos de creación neta de empleos en blanco en el sector privado.

Como lo de Tetaz no puede interpretarse, es mejor dejarlo expresarse con libertad:

¿Será que el excolumnista de Jorge Lanata pretendió demostrar que en la larga duración el empleo está estancado en la Argentina? No debería ser eso porque sería fácil señalarle, con su propia curva, que el momento del gran retroceso fue el de Macri, mientras que el indicador no dejó de mejorar –más allá de los naturales y pequeños picos del "serrucho"– tanto con Fernández como con Cristina Fernández de Kirchner. Así se lo hicieron notar en Twitter personas que lo tomaron de punto.

El autor de esta nota trata de analizar, pero a veces se queda sin palabras.¡¿Pero qué les pasa?!

¿Será que la crítica económica es difícil para quien dejó al país en tan mal estado? ¿Será que pedirle un nuevo voto de confianza a la ciudadanía no es solo un problema que tiene el Frente de Todos? ¿Será que el fracaso multidimensional y sostenido de esas dirigencias explica fenómenos como el de Javier Milei?

El minarquista, como dice con gracia Tomás Rebord, puede proferir dislates como que para resolver el problema de la inflación "hay que quemar el Banco Central". Quien lo escucha y no es especialista en economía por lo menos siente que el hombre propone algo distinto y que "está en tema”…

Tetaz no es el primer integrante de JxC que cae en un suerte de síndrome confusional. Hace algunas semanas, María Eugenia Vidal había salido a castigar al peronismo con un gráfico sobre la evolución de la pobreza, el que –al revés que lo que esperaba– mostraba cuánto había mejorado ese indicador bajo el kirchnerismo y cuánto se había deteriorado en el período 2015-2019 que ella defiende y del que fue uno de sus rostros más representativos.

Su problema fue tomar como ejemplo 2017, sin reparar en el hecho de que la experiencia de Cambiemos siguió y que la pobreza le pasó de largo, para empeorar en la pandemia y volver a reducirse luego.

¿El problema de esas referencias de Juntos por el Cambio pasará por la interpretación de gráficos o por su noción de la realidad? Igual, a animarse: así como viene, el debate económica de la campaña mejora o va a ser hilarante todo el año. Win-win.

ACERCANDO NACIONES da lugar a todas las voces para que su audiencia forme su propia opinión en total libertad mas ello no quiere decir que necesariamente comparta la opinión del autor

Por Marcelo Falak


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